Este síndrome puede tener muchas causas en un niño y según sus antecedentes de embarazo, parto y periparto, antecedentes familiares, otros síntomas acompañantes, presencia o no de retraso mental, etc, se puede hacer una orientación diagnóstica.
Cuando hay aumento de la bilirrubina en un neonato, puede producirse una encefalopatía hiperbilirrubinémica y dejar luego secuelas motoras e intelectuales permanentes. Pero siempre es conveniente descartar otras enfermedades: infecciosas, estructurales, metabólicas, nutricionales, hereditarias, que pudieran coexistir y sobre todo, en las que se pueda ofrecer algún tratamiento específico.
Si finalmente se considera el cuadro secuelar de la encefalopatía hiperbilirrubinémica, se puede ofrecer tratamiento sintomático de todas las molestias que puedan presentarse, corrección ortopédica o quirúrgica si hubiera deformaciones esqueléticas o articulares, dispositivos de ayuda para la marcha (andadores, sillas de ruedas, etc) y para el lenguaje y tratamiento rehabilitador y fisioterápico. Hay que tener en cuenta que la ataxia es en general un proceso que mejora poco y responde mal a la rehabilitación. Es recomendable que siga el caso un neurólogo infantil.
2008